Las secuelas del ictus condicionan profundamente la vida de los supervivientes. El 26% son dependientes a los seis meses. Además, las secuelas "invisibles" son frecuentes y discapacitantes como la afasia (trastorno del lenguaje que hace que se dificulte leer, escribir y expresar lo que se quiere decir) que afecta a un 19% de los pacientes, los síntomas depresivos hasta a un 35%, y un 30% desarrollará demencia postinfarto.
Los expertos coinciden en que cuanto antes se actúe ante los primeros síntomas, más tejido cerebral se puede salvar y mayores son las posibilidades de supervivencia y de recuperarse sin secuelas.
La diferencia entre recuperarse o quedar con secuelas graves puede depender de unos pocos minutos, por lo que una atención temprana es clave. Así lo expusieron en rueda de prensa Miguel Lierta, presidente de la Asociación Ictus de Aragón (AIDA); Javier Marta, coordinador médico del Plan de Atención al Ictus de Aragón y jefe de Neurología Vascular en el Hospital Universitario Miguel Servet; Carlos Tejero, neurólogo especialista en ictus del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza; Antonio Gómez, doctor en Medicina Familiar y Comunitaria y María José Laborda, médico del 061 Aragón.
Bajo el lema "El tiempo es cerebro", y con el objetivo de concienciar a la población sobre la importancia de actuar con rapidez ante los síntomas del ictus y de fomentar su prevención, AIDA celebra el Día Mundial del Ictus cada 29 de octubre.
"Desde AIDA trabajamos desde hace 25 años para que las personas que han sufrido un ictus y sus familias no se sientan solas. Pero, además, desarrollamos una importante labor de rehabilitación y acompañamiento que permite mejorar la calidad de vida de los afectados y favorecer su reintegración social. También queremos que la sociedad entienda que la prevención y la rapidez en la actuación son esenciales. Este Día Mundial del Ictus queremos recordar que todos, ciudadanos y profesionales, formamos parte de esa cadena que salva vidas", señaló Miguel Lierta, presidente de la Asociación Ictus de Aragón.
El doctor Javier Marta explicó que, en el ictus isquémico o hemorrágico, "la lesión cerebral se instaura en las primeras horas y se hace irreversible. Cuanto antes paremos esa progresión, menor será el daño".
Durante su intervención destacó que, desde que el ictus ocurre hasta que el paciente recibe tratamiento, "intervienen muchas personas y servicios". Este proceso se conoce como "cadena asistencial del ictus", un esquema que incluye desde el reconocimiento de los síntomas por parte de la población hasta recibir el tratamiento especializado. En Aragón, esta red de atención está completamente engranada a través del Código Ictus, un protocolo que coordina a todos los equipos sanitarios implicados (061, servicio de urgencias, personal de Atención Primaria) y permite reducir los tiempos de respuesta.
Un eslabón especialmente crítico es el tiempo extrahospitalario, que agrupa todas las actuaciones previas a la llegada al hospital. "La rapidez con la que se active esta cadena determina en gran medida el pronóstico del paciente", subrayó Marta. La buena noticia es que la media de tiempo entre la llamada al 061 Aragón y el ingreso hospitalario ha mejorado notablemente en los últimos años, por lo que más pacientes pueden beneficiarse de terapias de reperfusión como la fibrinolisis o la trombectomía, que restablecen el flujo sanguíneo en la zona obstruida.
Según el neurólogo Carlos Tejero, los avances en la organización asistencial han permitido reducir las hospitalizaciones por ictus en Aragón en más de un 25% en la última década y disminuir la mortalidad un 20%. En 2013, murieron 399 personas por ictus en Aragón; en 2024, fueron 314. "Todavía son cifras altas, pero reflejan el impacto de la coordinación sanitaria, la prevención y la mejora de los tiempos de atención", señaló.
El doctor Carlos Tejero recordó que "no hay que relajarse", ya que hay aspectos concretos donde los datos "son más preocupantes. Por ejemplo, si nos fijamos en la mortalidad prematura, la que sucede antes de los 70 años, no hemos mejorado."
Aun así, en líneas generales, "se ha mejorado la supervivencia, pero la enfermedad puede provocar secuelas. Una lesión en el cerebro puede provocar que perdamos la capacidad para hacer algunas de sus funciones como movernos, hablar, ver, sentir, siendo difícil volver a llevar una vida independiente".
Por ello, los expertos coinciden en que la lucha contra el ictus continúa, especialmente en lo referente al reconocimiento precoz. Ante síntomas como:
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