
¿Qué supone esta reelección? Que no haya otras candidaturas, ¿es un respaldo a su gestión?
Francamente, es una gran satisfacción. Es cierto que hemos trabajado sin descanso, con mucha ilusión, y con absoluta implicación de todos los que componemos la junta de gobierno. Nuestros colegas nos transmitían su valoración positiva, pero esto puede ser un espejismo, porque no teníamos la imagen que de nuestra labor podían tener los más de 8000 colegiados con los que cuenta nuestro Colegio.
Sin embargo, un proceso electoral es siempre una prueba de fuego, una oportunidad crítica para pulsar el grado de satisfacción y de aprobación por parte de la colegiación; si el grado de descontento, o el malestar, son profundos, se habrían promovido otras candidaturas, casi con toda seguridad. Contamos con ese respaldo implícito de nuestros colegas, y esto resulta muy gratificante.
¿Qué destacaría de estos años al frente del COMZ?
Ha sido muy gratificante poder atender y respaldar desde el Colegio todas las iniciativas y propuestas planteadas por distintos colectivos vinculados con el ámbito de la Medicina, como las sociedades científicas, la Facultad de Medicina, la Real Academia de Medicina, el sindicato médico, las asociaciones de pacientes, y las propias instituciones civiles de nuestra provincia y comunidad autónoma. Nuestro compromiso de colaboración con todas estas instituciones y organizaciones, desde nuestra misión de representación de la profesión médica en el ámbito de la provincia de Zaragoza, ha sido inquebrantable.
También la sensación de un acercamiento progresivo a nuestra colegiación, aunque nos queda mucho por hacer en este sentido, así como la introducción de mejoras de funcionamiento que posibiliten una mejor prestación de nuestros servicios colegiales.
Como adversidad, destacaré un reto estructural, la acometida de un proyecto proveniente de la Junta anterior presidida por la Dra. Ferrer, en la que yo participaba como vicepresidente. Se trata de la necesaria reforma y remodelación de la sede colegial, inaugurada en 1978, en la actualidad deja mucho que desear desde el punto de vista de la eficiencia energética, la accesibilidad, e incluso en cuanto al empleo racional del espacio disponible. Con la llegada de la pandemia el proyecto se detuvo y lo reactivamos hace unos dos años, pero está resultando ingrato por las demoras de los trámites burocráticos que están suponiendo que no hayamos podido acometer de forma efectiva el inicio de las obras.
¿Qué retos se plantea la nueva junta directiva?
Además de llevar a cabo estas obras, debemos seguir trabajando para acercar todavía más el Colegio a la colegiación, y conseguir que profundice su sentimiento de identidad, intentando alcanzar un orgullo de pertenencia que significaría aproximarnos a la excelencia en nuestra misión como Colegio; esta asignatura pendiente es especialmente más complicada, pero también más necesaria, entre las generaciones más jóvenes. Tenemos la voluntad expresa de mejorar y ampliar los servicios que procuramos a la colegiación, con vocación de agentes activos en conseguir mejoras en las condiciones laborales de los profesionales, en todos los ámbitos del ejercicio de la Medicina.
Queremos avanzar en nuestra proyección hacia la sociedad, posicionarnos como un referente para la ciudadanía y que ayude a una mejor comunicación entre médicos y pacientes como una base imprescindible de mejora de nuestro sistema sanitario y en la prevención de agresiones hacia los profesionales.
Por otra parte, es totalmente imprescindible que como colegio estemos con nuestros colegiados en una cuestión que ataca a las bases laborales del ejercicio profesional, como es el problema actual del Estatuto Marco que ampara nuestra esfera laboral, determinante de las condiciones en las que tenemos que atender a nuestros pacientes, atención que supone la esencia última de nuestro ejercicio profesional.
Uno de los debates siempre es si faltan médicos, si se necesitan más universidades, si la presión de la nota de corte hace que por el camino se queden estudiantes con verdadera vocación... Me gustaría que aportara un poco de luz sobre estos temas, situar a la población frente a lo que de verdad sucede.
La percepción de la realidad resulta un tanto paradójica, todo parece indicar que puedan faltar médicos. Sin embargo, si nos atenemos a las cifras, con el aumento de facultades de Medicina, tanto de financiación pública como privada, el número de alumnos que finalizan cada año se ha duplicado en los últimos 15 años. Y España ya es el país con mayor número de facultades de Medicina por habitantes, con una ratio de una facultad por millón de habitantes, duplicamos las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud, que aconseja un índice de 0,5 facultades por millón de habitantes.
Otra cuestión debatida es la potencial vocación de quienes acceden a los estudios de Medicina...
En no pocas ocasiones estudiantes brillantes con expedientes muy sobresalientes, con unas expectativas acerca de la carrera que probablemente se vean frustradas cuando se encuentran inmersos en el desarrollo de dicha carrera. Es verdad que, como contraposición, sin duda habrán tenido vetado el acceso, por cuestiones de expediente académico un número, puede que considerable, de estudiantes con una vocación profunda por la Medicina. Es una cuestión difícil de dirimir, por la falta de herramientas con las que poder gestionar esta demanda de acceso a la carrera, a pesar de que existen múltiples estudios al respecto; si pudiéramos ser salomónicos, lo ideal podría ser un compendio justo entre los méritos asociados al expediente académico, las aptitudes, complementado con las actitudes respecto a la Medicina que manifiestan la personas candidatas al acceso a las plazas disponibles.
La exigencia de los estudios de Medicina
Respecto a las expectativas del alumnado sobre la carrera, esta es exigente, actualmente tiene un contenido de 360 créditos repartidos a lo largo de 6 años; es la única carrera con esta exigencia formativa y, además, al finalizar, no puedes trabajar en el sistema sanitario público si no dispones de una especialidad vía MIR, y con limitaciones en el ámbito privado. Esto debería conllevar un reconocimiento laboral posterior que no existe.
Por otra parte, nunca debería haberse denominado grado a la titulación de Medicina, porque es una tabula rasa con otras titulaciones que desvirtúa el nivel de exigencia formativa de la carrera y el grado de responsabilidad que implica su ejercicio. Hoy en día, la denominación genérica de grado contiene un rango excesivamente amplio y heterogéneo de titulaciones, desde las de ámbito de formación profesional, hasta las universitarias, donde muchas carreras cuentan con 240 créditos, unas pocas con 300, y Medicina con 360 créditos, como ya he dicho. No es una cuestión de elitismo, que nadie se confunda, es simplemente un principio elemental de reconocimiento del nivel formativo exigido y que la sociedad sea consciente de ese nivel de cualificación competencial cuando trata con profesionales de distintas titulaciones.
¿Dónde se produce el desfase para atender la cobertura de plazas?
El desfase real en la provisión de recursos humanos para atender la cobertura necesaria de plazas se produce en la formación de médicos especialistas, una vez finalizada la formación universitaria. Nos encontramos con una disfunción en la planificación por parte del Ministerio de Sanidad de las necesidades reales de nuestro sistema sanitario a medio y largo plazo; las inmediatas ya no son solventables, porque la formación de un especialista oscila entre cuato y cinco años, según la especialidad, y en el corto plazo el sistema depende de los especialistas que acaban de terminar su formación MIR o que se encuentran inmersos en el proceso formativo.
"El Ministerio desoye las propuestas que cada año le traslada el Consejo Nacional de Especialidades en Ciencias de la Salud"
Existen estudios a medio y largo plazo, incluso publicados por el Ministerio, que contempla la potencial evolución de la población y sus requerimientos asistenciales, con las plantillas disponibles y sus tasas de reposición por el perfil demográfico de las especialidades. Sin embargo, en la práctica, la convocatoria de plazas no contempla estos escenarios, e incluso el propio Ministerio desoye las propuestas que cada año le traslada el Consejo Nacional de Especialidades en Ciencias de la Salud, a partir de las recomendaciones de cada comisión nacional de las distintas especialidades.
La convocatoria de plazas de formación MIR, que se está incrementando en sucesivas convocatorias, eso sí, se efectúa mediante la sumación bruta de las peticiones de plazas que traslada cada comunidad autónoma al Ministerio, sin ningún tipo de filtro ni de ponderación. Esta práctica es una falta completa de planificación, que podemos calificar incluso como irresponsable, porque está conduciendo a una situación en la que determinadas especialidades están abocadas a la generación de paro médico entre sus especialistas a corto y medio plazo, mientras que otras resultan deficitarias para cubrir las necesidades asistenciales, como ocurre con Medicina Familiar y Comunitaria, por ejemplo.
"No hay ofertas que reúnan las condiciones necesarias para atraer a los especialistas"
Pero una cosa es la existencia de especialistas de cualquier especialidad para cubrir plazas vacantes en el sistema sanitario, y otra cosa muy distinta, que es donde subyace una parte sustancial del problema, es que la oferta de esas plazas por parte del sistema sanitario se realice con unas condiciones laborales que atraigan a los especialistas disponibles. Las jornadas extenuantes, con sobrecargas asistenciales que impiden ejercer una medicina segura y de calidad, las guardias médicas mal pagadas y que no computan como tiempo trabajado para la jubilación, los horarios imposibles para compatibilizar con la conciliación familiar y la propia formación continuada, las limitaciones para el acceso a la docencia, y las dificultades para desarrollar proyectos de investigación, determinan un perfil en la oferta laboral que conlleva la renuncia de muchos especialistas a optar por las plazas que el propio sistema necesita cubrir. Lo que en realidad no hay no son especialistas, sino ofertas que reúnan las condiciones necesarias para atraer a los especialistas disponibles.
¿Cómo es su relación con el Gobierno actual, con la consejería de Sanidad y qué les piden desde la profesión médica?
La relación con el equipo de gobierno actual en el Departamento de Sanidad es muy buena, con una disposición excelente a colaborar por ambas partes. También lo era con el equipo de gobierno anterior, debo decirlo, aunque creo justo reconocer que el equipo actual tiene una actitud más proclive a contar con todos los colegios profesionales sanitarios, teniendo en alta consideración nuestra implicación como representantes de nuestras respectivas profesiones.
Sin embargo, tanto en un caso como en otro, ha primado siempre para nosotros la defensa de los intereses de nuestros profesionales, y la de los intereses de la ciudadanía, presentando nuestras propuestas para las posibles mejoras del sistema sanitario, expresando nuestro desacuerdo cuando ha sido preciso y respaldando todas las iniciativas de la consejería que hemos valorado como coherentes con las necesidades de nuestro sistema sanitario y de la sociedad.
¿Habrá un verdadero cambio en el sistema de gestión sanitaria?
El sistema que concreta nuestro modelo sanitario está en una crisis profunda, derivada en buena parte del incremento exponencial del gasto sanitario; el coste de las innovaciones tecnológicas que conlleva el desarrollo de mejoras importantes diagnósticas y terapéuticas, así como el gasto farmacéutico de nuevos fármacos altamente eficaces pero a un coste desorbitado, está suponiendo un lastre que nuestros gobernantes tendrán que asumir, con la implicación de los profesionales, desde su ejercicio responsable, y de los pacientes, a través de una educación sanitaria imprescindible que transmita expectativas realistas y racionalice una demanda asistencial en muchos casos mal entendida o mal orientada.
El apartado retributivo de los profesionales es siempre terreno abonado para intentar un ahorro de gasto. Los gestores son excesivamente proclives a recortar, el eslabón débil en el que abaratar costes, frente a dotaciones de instalaciones, tecnología o coste farmacéutico, más difíciles de contener. Pero este ahorro potencial en personal encierra un peligro tremendo que conduce a la pérdida de eficiencia del sistema.
"Una pérdida de calidad asistencial y una merma en la seguridad de la atención"
La limitación de plantillas conduce a sobrecargas funcionales inasumibles que hace que las plazas queden vacantes y resulten de difícil cobertura, y la remuneración inadecuada conlleva otro efecto añadido de desafección hacia puestos con un alto nivel de exigencia formativa e implicación de responsabilidades. Cuando ante esa falta de médicos disponibles para aceptar las condiciones ofertadas se pretende suplantar su labor de profesionales altamente cualificados con profesionales con menor nivel de cualificación, se produce inevitablemente una pérdida de calidad asistencial y una merma en la seguridad de la atención que reciben los ciudadanos.
En definitiva, nuestro sistema sanitario ha derivado tristemente desde una base de calidad en la atención y excelencia a un sistema orientado a la cantidad de atención dispensada, a expensas de soluciones de mediocridad.
¿Le preocupa la situación de la Atención Primaria, qué necesita?
Sin duda, como una parte más del sistema sanitario, está afectada por las mismas amenazas y cuenta con debilidades similares al resto del sistema, pero con la particularidad de su papel clave en el entramado del sistema. El problema derivado de la insuficiencia funcional de la Atención Primaria para atender las necesidades asistenciales de los pacientes, que se ven forzados a acudir a urgencias en lugar de utilizar la vía de la demanda programada que se presenta como casi inaccesible o a recurrir de forma desestructurada a servicios médicos privados, no puede paliarse mediante la redistribución de las competencias médicas específicas hacia otras profesiones con menor cualificación.
"La Atención Primaria requiere una auténtica revolución"
En lugar de descargar al médico de las múltiples exigencias burocráticas, no médicas, que se le imponen, se plantea incluso la implicación de personal administrativo sometido a cursos formativos para atender la gestión de la demanda asistencial en base a protocolos, lo que me parece ya un paradigma de la gestión basada en ocurrencias a la que estamos llegando. Este nivel de parcheo para intentar paliar la situación carece de toda lógica, me parece una falta de respeto hacia las personas que precisan atención médica y me reafirma en una convicción que tengo desde hace ya tiempo, la Atención Primaria necesita algo mucho más profundo que una reforma del sistema, requiere una auténtica revolución.
Desde el COMZ han trabajado muchas actividades de prevención y educación para la salud, sensibilización y dar visibilidad a temas que preocupan a la población, ¿qué balance hace de esta apertura hacia la sociedad?
En nuestro afán de acercamiento a la población en general, y a las personas que sufren la enfermedad y a sus familiares en particular, encontramos una gran receptividad por parte de las personas a quienes van dirigidas nuestras iniciativas, agradecen todas las propuestas que les procuran información sobre cuidados y problemas de salud en general, y conocimientos precisos sobre las cuestiones que les afectan y les preocupan en particular. Debemos continuar avanzando en esta línea de actuación, sin duda.
¿Tiene ya en mente algún otro proyecto?
De forma concreta, queremos mejorar nuestra oferta de servicios actual, y ampliarla con nuevas propuestas, como la mejora de nuestras herramientas digitales de comunicación con la colegiación, la creación de una oficina de cuestiones profesionales, una asesoría para la información y elaboración del documento de voluntades anticipadas y un observatorio de la medicina rural, entre otros proyectos.
El inicio de esta nueva legislatura es ya en sí un proyecto global apasionante, en el que con la implicación y el esfuerzo de toda la Junta seguiremos trabajando con ilusión renovada por un colegio desde el que seguir haciendo profesión, para toda la colegiación y para toda la sociedad, que son nuestra razón de ser.