Normalmente, en vacaciones, tomamos distancia de lo habitual y, según cómo las enfocamos, podemos contemplar con perspectiva nuestra propia senda. También recordamos el niño que fuimos y a veces nos damos cuenta del desfase que vivimos en relación a nuestra propia esencia vital. Pero las vacaciones se acaban y volvemos a perder esa percepción que nos invita a encontrar un tiempo para uno mismo.Restablecer la armonía cuerpo-mente con el ritmo cotidiano se torna misión imposible para la mayoría de nosotros, con agendas bajo presión y la dispersión casi garantizada.
¿Cómo hacemos?
El taichi así como el chikung son parte de la Medicina Tradicional China y son utilizados como terapias preventivas frente a multitud de desequilibrios. (Carrillo Villegas, 2013)
El taichi actual es un arte marcial que se desarrolla de forma constante, con lo que se va integrando en el mundo occidental, especialmente para cubrir necesidades en la salud psicosocial. El consumo de terapias no médicas por parte de gran parte de la población occidental aumenta de forma exponencial y, naturalmente, compromete a la ciencia y a la investigación. Es preciso profundizar en estas técnicas para comprobar su potencial terapéutico eficaz y distinguirlo de un consumo superficial sin validez ni fundamentos coherentes. En ese ámbito, solamente en Estados Unidos, 40 millones de personas gastan unos 4.000 millones de dólares al año en terapias de integración cuerpo-mente para la salud (Wayne y Fuerst, 2013).
¿Qué es?
El taichi se basa en la flexibilidad y la distensión del ser humano para favorecer el desarrollo de su energía interna. Esto le permite desarrollar su potencial de salud y su capacidad para afrontar las exigencias del entorno. Consiste en una serie de movimientos basados en las leyes de la naturaleza; es una práctica corporal simple y eficaz, fundada en dinámicas de autorregulación energética de la Medicina Tradicional China.
¿Cómo funciona?
Los ejercicios son sencillos, organizados en secuencias lentas y continuas, en los que la postura corporal, la respiración y la concentración convergen y aportan un estado de relajación estable y duradero.
De hecho, en el enlace entre acción y cognición, el taichi es considerado como una forma de meditación en movimiento (Berghmans et al., 2009). Con su práctica regular y el perfeccionamiento de los ejercicios se integra una toma de conciencia corporal en relación con la respiración. En efecto, como en la meditación, el individuo trata de focalizar toda su atención sobre un punto preciso y dirigirla, a través de la concentración en el instante presente, entrando en un estado a la vez alerta y tranquilo. En este sentido, el aprendizaje del taichi y del chikung requiere un trabajo exigente de la atención, que ha de estar focalizada y mantenida en el tiempo.
Dentro de los estilos y enfoques del taichi, y al margen de su orientación más deportiva, la vertiente dirigida a la salud se considera una de las terapias integrativas más populares, ya que:
El mejor lugar será, sin duda alguna, al aire libre, en plena naturaleza.
Por otro lado, en personas cuyo sistema cardiovascular limita seriamente la tolerancia al ejercicio físico, el taichi ha resultado ser una vía adecuada por la baja intensidad cardíaca que requiere y por el bajo impacto que produce su práctica. Diversas investigaciones han demostrado que facilita la mejoría de la salud física y mental, especialmente con la evolución actual de los factores psicosociales, frente al estrés y sus diferentes patologías derivadas.
¿Qué puedo conseguir?
Su práctica regular aporta un conjunto eficiente de medidas preventivas ante algunos de los factores de riesgo más frecuentes en nuestra sociedad:
Por otra parte, el mejor funcionamiento del sistema endocrino (Lee, Kang, Ryu, y Moon, 2004) que se va a presentar con su práctica constante, parece reforzar el sistema psicoinmune frente al estrés, la ansiedad y la depresión.
Según los estudios científicos que han profundizado en este campo, la práctica regular del taichí parece estar adaptada como medio terapéutico en caso de enfermedades psicológicas. En este sentido, distintos estudios indican que el taichi y el chikung orientados como ejercicios de atención consciente, disminuyen los problemas de ansiedad (Taylor-Piliae et al., 2006, Chow y Tsang, 2007, Johansson, Hassmén, y Jouper, 2008).
Junto a la opinión de otros autores, consideramos que estos ejercicios actúan como catalizador de todo un proceso terapéutico (Li, 2001, Lee et al., 2004, Kabat-Zinn, 2006, Taylor-Piliae et al., 2006, Carrillo Villegas, 2013). Esa ha sido nuestra experiencia con pacientes en la Unidad de Trastornos de la Personalidad del Hospital Nuestra Señora de Gracia (Zaragoza).
Sin necesidad de un enfoque terapéutico, la práctica regular del taichi proporciona los beneficios referidos anteriormente. Aunque hay que tener en cuenta que no funciona como una varita mágica de efecto inmediato: requiere constancia y disciplina.
Es “trabajo de chinos”, valga la expresión. Y como dice un antiguo proverbio:
“Quien no encuentre tiempo para cuidar de su salud,lo encontrará para cuidar de su enfermedad”
¡Ánimo!, porque un largo viaje empieza por un pequeño paso.
José Javier Pedrosa - Director de L’Astragal
Técnico deportivo de Wu-Shu y especialista en salud psicosocial
Autor de “Tai Chi y Mindfulness en Trastornos Límite de la Personalidad”
Comentarios
<p>Un enfoque muy técnico y profundo que nos invita a traves de la práctica a mejorar o mantener nuestra salud.</p>
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