He tenido la suerte de conocer a Cristina. Generosamente me recibe en su casa y compartimos un buen rato de conversación. Tiene cáncer, ella lo dice abiertamente, porque ha decidido vivir y contarlo en su blog, Con C de Cristina, un nombre inspirado en la serie de televisión americana The Big C. Ella es profesora de yoga, aunque ahora hace un paréntesis para centrar su atención en aquello que así lo requiere. Afrontar un cáncer de mama.
Su blog es la manera que tiene de expresar lo que siente, de ayudar a otras personas que están pasando por algo similar, pero también la manera de llegar a médicos y enfermeras. La respuesta de tanta gente, de personas que ni conoce personalmente, le animan a seguir. Con C de Cristina empezó como un diario que le ayudaba, a través del que transmitía todo lo que pensaba, "ante sentimientos nuevos, con tanta leyenda negra, que pesa tanto". Sin embargo, desde el principio de nuestra conversación deja claro que no quiere asociarlo con la muerte.
Se siente con fuerzas, tal vez con más fuerza que nunca. Ahora que tiene que combatir el cáncer, se da cuenta de que en los últimos años "había estado muerta". La pérdida de su hija Ana le había quitado las ganas de vivir, aunque ella no era consciente, pensaba que lo había superado, pero ha sido en este momento "cuando he sacado el dolor que llevaba dentro y lo he transformado en positivo, ha cambiado mi actitud ante la vida".
Todo cambia con el cáncer
El cáncer lo cambia todo, desde algo tan básico como la alimentación hasta lo más profundo, la forma de ver la vida. Le costó dejar de trabajar. "Quieres terminar la quimio cuanto antes y hay que cuidarse". La meditación y el yoga le han ayudado, "a estar presente, aquí y ahora", pero también su fe, "doy gracias por todo, desde que me levanto".
Ha aprendido a no adelantar acontecimientos, "es difícil, pero hay que controlar la mente, aprender a vivir en la incertidumbre, simplificar". Vivir con cáncer requiere "aplicar sentido común, escucharse a uno mismo y no buscar fuera", dice Cristina, mientras relata su día a día, paso a paso, despacio: caminar, leer, ver la televisión, ver alguna película, "lo que se puede cada día".
El cáncer "te quita todo". De repente, "eres una más, un número", pero en su relato emerge siempre su yo más positivo, "te hace desprenderte de muchas cosas, te quita complejos y me doy cuenta de que soy más yo, más auténtica".
La comunicación médico-paciente
A la autora de Con C de Cristina le gustaría que los profesionales sanitarios recibieran la formación adecuada para hacer frente a las situaciones que se les presentan en la consulta. "Entender al ser humano de forma global, con el cáncer no solo enferma el cuerpo sino también los afectos, el entorno social".
El paciente no solo necesita respuestas a los resultados de unas pruebas o conocer el tratamiento que se le va a poner. De repente, se enfrenta a todo un mundo que habla también de "incomprensión, soledad y miedo". Son las palabras de Cristina, "necesitas mirarte al espejo y verte bien, hay más problemas asociados al cáncer como la nutrición o el envejecimiento, que se acelera después de meses de quimio, y necesitas compartir el proceso con otros pacientes". Y es que enfrentarse a la incertidumbre "resulta terrible, como el miedo a la muerte o sentir el veneno de la quimioterapia".
Aprender a acompañar
Cuando hay un diagnóstico de cáncer llegan también todas las leyendas que lo acompañan, todo el mundo tiene un consejo que dar. Lo cierto es que si los profesionales sanitarios tienen dificultades para una comunicación efectiva con pacientes y con sus familias, todavía parece más complejo para el entorno, para la propia familia, para los amigos o para los compañeros de trabajo.
En este sentido, Cristina recuerda que lo mejor es aprender a escuchar al otro. Si el enfermo quiere hablar dejarle y sino no pasa nada, pero en realidad las cosas no son así y entre las visitas está el que viene con prisas; el que no se va nunca o el que solo habla él. Cuando, en realidad, "solo hay que estar y escuchar, también con la mirada", en definitiva, acompañar y mostrar empatía.
Y mientras tanto, Cristina avanza en su diario, en su blog, en el que plasma sus sentimientos, sus experiencias, su aprendizaje y su lucha contra el cáncer con una C que se escribe con mayúsculas y que simboliza la vida, las ganas de vivir.
Fotografía: Cristina haciendo una de las etapas del Camino de Santiago.