Tuve el placer de escuchar hace unos diez días, en el marco del Seminario de Investigación para la Paz y reflexionando sobre Derechos Sociales en el ámbito de la Salud a Luis Gimeno, médico “vocacionado” y comprometido, en el Casco Antiguo de Zaragoza, con los más vulnerables de la sociedad urbana y con una sensibilidad especial hacia el mundo de los inmigrantes.
Como en tantas ocasiones, salí pensando… Pero, cómo no podremos hacer llegar este discurso tan imprescindible y tan potente a miles de personas para que -por convicción- acaben descubriendo que estamos en un momento histórico de cambio de época, donde otra vez surge, con inusitada violencia, la lucha de clases entre pobres y ricos. En una batalla de modelos, ideológica, de tal calado, que –me temo- que no permite medias tintas, porque sino, con muy poco de silencio y aceptación del discurso, nos pasamos a convertir en cómplices del sistema.
Luis Gimeno nos recordó -en esa reflexión tan sugerente-, hablando de los determinantes de la salud, a las gentes de este primer mundo rico:
Nos contó que –en el ámbito de la salud- es más importante el código postal que el código genético. Que es tanta la diferencia en el derecho a vivir una vida digna de una niña que nace en Sudán, a la que tiene mi hija Ana, que no por conocido, me dejó de resultar estremecedor.
Nos insistió en que –para un médico de Atención Primaria- más importante que el nivel de colesterol o la salud del corazón o los dolores de cabeza… es saber donde vive el paciente, qué come, si tiene acceso al agua potable, si sus hijos van al colegio, con quien se relaciona, donde duerme, en que trabaja, si tiene redes sociales, o cuenta con algún enchufe.
Nos contó algo tan sencillo y tan dramático… que la pobreza y la desigualdad… MATAN.
Nos hizo pensar, con tremendo desasosiego. Hemos puesto casos de nuestro mundo desarrollado, pero ¿y, si habláramos de cualquier país del tercer mundo? Me acuerdo de Domingo, de Luca y de tanta gente que compromete su vida desde distintas opciones, en campos de refugiados, en países que hemos sumido en la pobreza, donde los determinantes de la salud poco tienen que ver con los parámetros que manejamos en esta sociedad emborrachada de bienestar.
Nos insistió en que nos la jugamos en el discurso, en la batalla de las ideas, en el relato, en desenmascarar las mentiras de este sistema capitalista que sigue diciendo que esto es una crisis, cuando lo que existe es una estafa. Y siguen afirmando que no es sostenible nuestro Sistema Público de Salud, que es muy caro, sencillamente porque quieren recortar derechos y porque quieren enriquecerse.
Nos contó, de manera sencilla, pero demoledora con datos y datos de todos los tipos, que es mentira que hayamos vivido por encima de nuestras posibilidades en salud, que nuestro Sistema Público está entre los mejores del mundo y que es barato. Que obviamente necesita de una poda, para mejorar su gestión, pero en ningún caso necesita que lo talen.
Que nunca, en ningún país del mundo la privatización ha aportado mejoras en las vidas que el Sistema Sanitario, si funciona, sí puede salvar. Y que los recortes, sumados a la pobreza, MATAN, así, sin tapujos, porque ya se observa un crecimiento en la curva de muertes de recién nacidos en nuestra sociedad.
Nos llamó a la indignación ética, a reforzar lo comunitario, a apoyar las luchas de la marea blanca, a ser intolerantes con las pérdidas cualitativas y se detuvo, de una manera especial, en esa opción despiadada del PP de negar el derecho a la Sanidad Universal de los inmigrantes que no tienen papeles. Un atentado flagrante e intolerable contra los derechos humanos de los más pobres. Una apuesta política sobre la que la historia juzgará al señor Rajoy y a la señora Mato.
Gracias Luis, porque me abriste ¡tantas ventanas de oportunidad!, que es cierto que ya conocía, pero que la reiteración de tanta mentira, te va minando la moral y te lleva al huerto de seguir pensando, como dice el ínclito Rajoy, que están haciendo lo único que se puede hacer y además que es lo que hay que hacer.
Amigo/a, eso es una profunda mentira y ellos unos mentirosos interesados y cómplices porque, sin duda, ¡Estamos hablando de ideologías!
(*) Ignacio Celaya es profesor y fue el primer director general de Participación Ciudadana en el Gobierno de Aragón.
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