No es lo mismo "controlar un brote epidémico después de un banquete o de un brote de legionella por el aire acondicionado o investigar una enfermedad que surge de un grupo de personas que dar respuesta local a una epidemia que es global y es, precisamente aquí, donde se ha visto que se necesitan más recursos en Salud Pública". El director de la Escuela de Salud Pública de Menorca, Esteve Fernández, hacía estas declaraciones días antes del inicio de las jornadas que anualmente reúnen a salubristas y epidemiólogos en el Lazareto de Mahón y que, este año, se celebran online. Están dedicadas monográficamente a la Covid-19, a la respuesta que se ha dado desde la Salud Pública y la Epidemiología. "Pilar fundamental del estado de bienestar", remarca Esteve Fernández, quien defiende el papel de los profesionales y reconoce que la situación "ha desbordado".
Matiza que, seguramente, "hemos subestimado epidemiológicamente la base de la transmisión del virus y de su circulación comunitaria en un momento", pero defiende el sistema de Salud Pública del que dice tiene "una flexibilidad y una resiliencia importante y ha dado una respuesta muy eficaz".
La Escuela de Menorca está analizando la Covid-19, hasta el miércoles 23, "intentando aprender de lo que hemos vivido, reflexionar sobre lo que ha pasado y tratar de sacar lecciones para el futuro", comenta su director, mientras subraya que "tenemos que ver hacia dónde va la salud pública después de la Covid" y pone de manifiesto que ha habido "carencias y hay que aprender cosas".
Y es que los profesionales de la Salud Pública se enfrentaron a la gestión de la pandemia con un sistema obsoleto, al que se destinaba poca financiación porque parecía que era mejor curar que prevenir, con unos sistemas de información muy débiles, sin homogeneizar y sin que existiera una coordinación entre las comunidades autónomas, ni un organismo estatal de referencia de la Salud Pública.
Es la radiografía que hicieron el viernes en el encuentro virtual de la Escuela de Salud Pública, Ildefonso Hernández, miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS), Ana García, catedrática de Salud Pública, ex directora general de Salud Pública en la Comunidad Valenciana y experta del Grupo Asesor del Gobierno durante la crisis de Covid-19, y Antoni Plasencia, director general del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y ex director general de Salud Pública de la Generalitat de Cataluña.
Esta crisis sanitaria ha puesto de manifiesto las debilidades de un sistema al que le faltaban medios técnicos, humanos y organizativos. "Se ha hecho una Salud Pública de mínimos", dijo Ildefonso Hernández, quien se preguntaba si en su etapa institucional (los tres han sido directores generales de Salud Pública), "fuimos demasiado transigentes" a la hora de admitir decisiones políticas que no apostaban por las acciones destinadas a la salud pública. Recordó que se destina a estos servicios solo el 2% del presupuesto de Sanidad, incluyendo ahí el dinero para vacunas.
En este sentido, Antoni Plasencia señaló que tener un modelo descentralizado de Salud Pública "no ha ayudado" en una situación como la que se ha vivido. Para Ana García, un problema destacado ha sido "no tener información para tomar decisiones o como se mostraban los datos, recurriendo a documentos en pdf".
¿Una nueva Salud Pública?
El problema al que parecen enfrentarse estos servicios es que para apostar por cambiarlos y dotarlos de medios y financiación es necesario creer en ello más allá de los momentos en los que cobra protagonismo por crisis sanitarias. Para Antoni Plasencia, la pandemia "es una demostración de que el sistema de Salud Pública es inmaduro y frágil y para dar una respuesta organizada tiene que ajustarse a un modelo maduro" para una buena gestión de la vigilancia epidemiológica y el control de enfermedades.
En esta misma línea, Ana García explicó que es necesario tener "otra forma de funcionar y construir interacciones entre quienes tienen el conocimiento, la investigación y la toma de decisiones".
A ello, añadirían la apuesta por un modelo en red, en lugar de un sistema vertical, "para evitar anquilosamientos y rigidez, de forma que no suceda como ahora, que no haya capacidad para responder", comentó Plasencia. Pidieron un modelo actualizado, cohesionado y cooperativo, con una visión global, más allá de las fronteras.
Pero para llevar a cabo estos cambios, además, se necesitan representantes políticos que crean en el valor que tiene la Salud Pública para la calidad de vida de la ciudadanía. Supondría "trabajar para replantear su reformulación no solo en tiempos de crisis sino en todos los momentos", señaló Ana García.
Otra asignatura pendiente, los profesionales
La situación a la que se enfrentan es que no hay oportunidades para incorporar nuevos perfiles profesionales debido a la rigidez de la Administración para abrir nuevos campos de trabajo. Mientras, se plantean que para dar respuestas a la magnitud de problemas como el de esta pandemia tienen que existir equipos multidisciplinares y perfiles muy amplios.
La Escuela de Salud Pública de Menorca reunió a estos tres profesionales de la Salud Pública, con una
larga trayectoria en gestión, en docencia y en investigación. Se mostraron convencidos de que ésta debe ser
una oportunidad para reactivar y fortalecer la confianza en la Salud Pública, hoy en el
primer plano de la actualidad política e informativa. Nunca salubristas y epidemiólogos habían obtenido tanto eco. Ildefonso Hernández, recordaba que
para mirar al futuro "hay que mirar al pasado y ver cómo era la salud pública, se ha avanzado y hay que pasar a la acción".
¿Será mejor la salud pública tras la Covid-19? Artículo de Ildefonso Hernández y Ana M. García, publicado en
Gaceta Sanitaria.
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Fotografía: Sergio Souza (Unsplash)