La medicina paliativa debe tener el mismo rango científico y de calidad que la medicina curativa, es una de las ideas que se ha puesto de manifiesto en la sesión de los seminarios de la Cátedra de Profesionalismo y Ética Clínica de la Universidad de Zaragoza, que se ha celebrado en el Colegio de Médicos de Zaragoza. Un foro en el que se ha hablado de la necesidad de que la sanidad dedique sus mejores recursos a cuidar a los enfermos al final de la vida como expresión de la calidad moral de una sociedad. Pero, tal y como se ha apuntado, todo esto requiere que los profesionales adquieran una adecuada formación en esta área, tanto en los aspectos científico-técnicos como en la dimensión ética y humanística.
La sesión, en la que han participado alrededor de 150 alumnos de cuarto de Medicina, ha sido moderada por Rogelio Altisent, director de proyectos de la Cátedra. Y ha contado con la intervención, como ponentes, de Jacinto Bátiz, Jefe del Área de Cuidados Paliativos en el Hospital San Juan de Dios de Santurce y Presidente de la Comisión de Deontología del Colegio de Médicos de Bizkaia, y de Marcos Gómez Sancho, ex-presidente de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos y de la Comisión Central de Deontología de la Organización Médica Colegial (OMC).
Cuando la sedación paliativa es una buena práctica médica
Jacinto Bátiz ha sido el encargado de plantear cómo hay enfermos que, a pesar de todos los tratamientos disponibles, tienen en algún momento de la evolución de su enfermedad, oncológica o no, uno o más síntomas refractarios al tratamiento que le provocan un sufrimiento insoportable. Y cómo esto obliga al médico a disminuir la consciencia del enfermo para garantizar una muerte serena.
En este sentido, ha señalado Bátiz, la sedación paliativa se debe considerar, actualmente, como un tratamiento adecuado para aquellos enfermos que son presa de sufrimientos intolerables y no han respondido a los tratamientos adecuados. Y ha recordado el artículo 36.5 del Código de Deontología: “la sedación en la agonía es científica y éticamente correcta cuando existen síntomas refractarios a los recursos terapéuticos disponibles y se dispone del consentimiento del paciente implícito, explícito o delegado.”
Bátiz ha manifestado que la sedación no debe instaurarse como “eutanasia lenta” o como “eutanasia encubierta”, y se ha referido a las diferencias basadas en los fines primarios entre sedación en la agonía y eutanasia activa. En el primer caso, ha explicado, se busca conseguir, con la dosis mínima necesaria de fármacos, un nivel de conciencia en el que el paciente no sufra ni física, ni emocionalmente, aunque de forma indirecta pudiera acortar la vida. Mientras que con la eutanasia activa se busca deliberadamente la muerte inmediata.
“La diferencia es clara desde la Ética y la Deontología Médica” ha subrayado Jacinto Bátiz, que ha concluido que cuando el médico seda al enfermo que se encuentra sufriendo en fase terminal y lo hace con criterios clínicos y éticos no está provocando su muerte, “está evitando que sufra mientras se muere. Está realizando una buena práctica médica.”
Además, Bátiz se ha referido a la adecuación del Esfuerzo Diagnóstico y Terapéutico, y lo ha definido como “realizar acciones diagnósticas y terapéuticas que estén acordes con la situación en la que se encuentre el enfermo en ese momento”. Ha reiterado que adecuar el esfuerzo terapéutico no es ninguna forma de eutanasia, “sino una buena práctica médica, aunque sabemos que es más fácil poner que quitar”, ha señalado.
Por su parte, Marcos Gómez Sancho, ha impartido a los alumnos una ponencia magistral sobre los últimos días de la vida y morir en paz. Un documento de contenido filosófico-antropológico, en clave humanística, y en el que, por medio de referencias a citas de pensadores, poetas, literatos o manifestaciones artísticas de músicos o pintores, los alumnos han podido acercarse a una realidad que forma parte de la esencia humana, y de la que difícilmente tienen conocimiento en las aulas.
Fotografía: José Luis Labat - Colegio de Médicos de Zaragoza.