Los estudios demuestran que se valora más la felicidad que el éxito, sin embargo, en un mundo que no ha dejado de progresar sigue resultando un objetivo difícil. La Asamblea General de la ONU decretó el 20 de marzo como Día Internacional de la Felicidad para reconocer la relevancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos y la importancia de su inclusión en las políticas de gobierno.
Desde entonces, para generar acciones de cambio centradas en la atención a las personas, el planeta, la prosperidad y la paz, la World Happiness Foundation, miembro de la comisión de la ONU de este día internacional, organiza el Festival Mundial de la Felicidad, que ha recalado en España en esta edición, con Zaragoza como sede central.
Durante cuatro días, la capital aragonesa ha acogido en formato híbrido este gran foro global por el que han pasado gestores públicos, investigadores y activistas sociales de más de 80 países. Su objetivo ha sido poner el foco en la felicidad y el bienestar como un nuevo marco estratégico para las políticas públicas, la economía, la empresa y la educación.
El presidente de la World Happiness Foundation, Luis Gallardo, recalcaba que hay que entender la felicidad como "un paradigma de desarrollo y un marco estratégico". Estos marcos "condicionan lo que hacemos en la vida y ahora tenemos marcos materiales basados en el tener, por eso nosotros reivindicamos el ser como centro de desarrollo de políticas y programas que llevamos a cabo en todos los niveles de nuestra vida". Gallardo también aseguraba que la vida cambia cuando se toman decisiones "desde el ser y desde la calma" y ha insistido en que la felicidad "se basa en la gratitud, una virtud que solo se entiende cuando se practica y se comparte".
Asimismo, se ha referido a la situación actual, "cuando pasamos por momentos de tanto trauma colectivo, con tantas cosas que están pasado en los años de pandemia, con las guerras de Siria o de Ucrania, hay un consciente colectivo en el que lo sentimos de una forma más directa. Y por eso es el momento en el que tenemos que sacar todos los recursos, todas las técnicas que siempre son útiles para entrar en nosotros mismos y encontrar el equilibro".
Profesores felices educan niños felices
Un grupo de niños, niñas y adolescentes fueron los protagonistas de una de las jornadas de este encuentro, aportando sus propias ideas sobre educación. "No hace falta incluir nuevas asignaturas sino aprovechar las que ya hay para que nos ayuden más", como dijo Gabriel, quien añadió que "no basta con que nos pongan notas, sino que nos tengan en cuenta, que sepan ayudarnos con las ventajas y desventajas con las que partimos, y que nos enseñen a entender que las decisiones no son irreversibles, que no es lo que parece cuando nos exigen con tan sólo 14 años tomar decisiones académicas de las que no estamos seguros".
Apoyo,
explicaciones frente a castigos y ayuda para desarrollar las cosas que más feliz hacen a cada uno, fueron otras de sus propuestas lanzadas en su espontánea tormenta de ideas, en la que quedó claro que madres, padres y profesores son modelos de referencia determinantes.
No ayudan en este sentido, datos como el hecho de que tres de cada diez niños "sufren estrés por las condiciones laborales de sus padres" como puso en evidencia la ponencia de Yolanda Herrero, autora del libro "Conciliar o reventar", quien centró el reto de la conciliación "en cambiar el cómo me organizo, por el cómo nos organizamos todos, nuestro entorno y la sociedad". Y añadió que "debemos darnos cuenta de que nos han educado para ganarnos la vida y no para disfrutarla, y entender que hay que aprender de los errores y aciertos de la generación anterior para acompañar a la siguiente".
Por su parte, las coach Ana Calero y María Ansoleaga, del proyecto "Educar emocionalmente", centraron la importancia de generar una educación feliz y de dar herramientas a los "profesores que cambian la vida de los alumnos". En este sentido, se expusieron experiencias que ayudan a la motivación e implicación del profesorado con la creatividad, como el "Programa de educación responsable" impulsado por la Fundación Botín, o "Escuelas que cuidan", impulsada por Grupo SM, presentados por Vanesa Galego y Augusto Ibáñez, respectivamente.
También se abordó el papel de esta disciplina en la educación y la felicidad, en el taller participativo y lleno de ritmo impartido por Silvia Catoira, para demostrar que la música "es como un medicamento, pues fortalece nuestro sistema inmunitario".
Se mostraron iniciativas como "aulas felices" o talleres para familias. Desde el ámbito académico, las investigadoras de la Universidad de Zaragoza, Yolanda López y Paola Herrera, apuntaban la utilidad de las técnicas de coaching en la Universidad que, aunque ha costado más introducirlas en este ámbito, se han confirmado como herramientas movilizadoras del profesorado.
Carlos Sentís, CEO de World Impact Alliance, cerró el bloque sobre educación apuntando que el reto de la educación es mejorar las oportunidades laborales y las claves "no son las notas, los certificados o los cursos, sino ayudar a las personas a mejorar su vida, para que puedan mejorar la sociedad".
Este encuentro internacional ha dedicado también un espacio a hablar de salud mental, tal como explicaba el presidente de la World happyness Foundation, Luis Gallardo, "hemos apuntado a la salud mental como un nuevo marco estratégico especialmente importante en este momento, en el que una de cada cuatro personas, sobre todo mayores, dicen no tener amigos. Estamos en la mayor pandemia no solamente de covid, sino de soledad. Y eso lo afrontamos desde la salud mental, con técnicas y con soluciones de apoyo, de recursos que realmente están viniendo muy bien a mucha gente y que por lo tanto es necesario hacer llegar esas herramientas al mayor número de personas posible".
Durante cuatro días, el Festival Mundial de la Felicidad ha convertido a Zaragoza en el epicentro mundial de enfoques transformadores centrados en el bienestar de las personas y el planeta, con más de 30 talleres y 150 charlas.
Fotografías: Chus Marchador.