"El coronavirus ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad del sistema sanitario pero también de la vida". Son las palabras de Gabi Heras, intensivista y fundador del Proyecto HU-CI. La pandemia de covid-19 ha parado nuestras vidas, ha parado el mundo, se ha llevado la vida de 20.453 personas (ISCIII) en España y casi 196.000 se han contagiado del SARS-CoV-2. Una situación para la que no estábamos preparados, enfrentarnos a la pérdida de un familiar desde el aislamiento, sin posibilidad de despedidas, ni de arropar en ese final de la vida. Una soledad impuesta en el proceso de morir que tendrá sus repercusiones en las familias pero también en los profesionales sanitarios.
Del aislamiento en tiempos de covid y de cuidados al final de la vida han hablado esta semana seis expertos en cuidados intensivos y en cuidados paliativos en un webinar organizado dentro del Proyecto HU-CI, "Hablemos de la muerte". Enric Benito, Mamen Segovia, Tayra Velasco, Iñaki Saralegui, Vicente Arraez y Gabi Heras, moderados por José Manuel Velasco.
El día a día de quienes se tienen que enfrentar a estas situaciones, desde los hospitales, desde las residencias o en los domicilios genera incertidumbre, miedo, dolor sufrimiento…Son palabras que surgen una y otra vez durante la hora y media de esta conversación online.
El paciente es consciente de que su situación es grave y, por otro lado, la familia está en espera, confinados o aislados ante una avalancha de sentimientos, de miedo, de abandono, de desconcierto, de estar pendientes de una llamada del hospital o de la residencia.
El proceso de duelo de quienes se han visto golpeados directamente por la covid-19 será un duelo patológico no solo por la muerte en soledad, sino por la imposibilidad de despedirse o de recuperar el cuerpo de la persona fallecida. Y queda el vacío.
Tampoco los profesionales sanitarios estaban preparados para algo así. No lo tienen fácil, además de la sobrecarga laboral y la falta de equipos de protección para hacer adecuadamente su trabajo están acompañando al paciente porque son conscientes de que mueren de forma que ellos consideran poco humana. Destacan la importancia de informar a las familias, de extremar los tonos de voz, de hacer pausas para escuchar, de decir "no lo sé" cuando realmente no se sabe.
Se han enfrentado a una situación que no es normal y quieren dejar claro que no se puede permitir que alguien muera solo, que es una prioridad facilitar el acompañamiento. Pero esta pandemia ha cerrado esa puerta y ha obligado a pacientes, familias y profesionales a afrontar una situación que dejará huella.
Dicen los protagonistas de este webinar que tratar de manera deshumanizada a los pacientes deshumaniza al profesional y queda la sensación de que no se ha hecho bien el trabajo. Morir bien es un éxito terapéutico y ahora los profesionales que atienden los casos de covid-19 tienen la sensación de no haber podido hacer bien esto y a ello se suma cierta rabia e impotencia.
Pero dejan abierta una puerta al futuro, a la posibilidad de cambiar las cosas. El coronavirus puede ser una oportunidad para cambiar la mirada del sistema sanitario, para interesarse por la atención en el proceso de morir, los últimos días de vida. Pero también para mejorar la comunicación con el paciente, la comunicación de malas noticias o cómo hacer frente a situaciones como las que se viven con esta enfermedad.
Y cuando todo termine, la atención a la salud mental deberá ser una prioridad. Una parte de la ciudadanía va a requerir apoyo psicológico y también los profesionales sanitarios que han vivido situaciones extremas. Así lo están recordando quienes trabajan en salud mental. La Asociación Aragonesa Pro Salud Mental (ASAPME) ha reforzado su atención estos días y ha realizado una serie recomendaciones ante una situación de duelo sin despedida.
En este sentido, destacan que se están produciendo situaciones más complicadas de lo normal a la hora de elaborar el duelo. Al dolor por la pérdida hay que añadirle no haber podido acompañar en los últimos momentos, ni realizar una despedida en la que recibir el consuelo de amigos y familiares. Desde ASAPME subrayan que todo ello puede afectar a la salud mental y conformar lo que denominan un "duelo de riesgo".
Infografía, ASAPME
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