Las patologías neurológicas suponen un gran abanico de cambios en los pacientes que las sufren. Desde limitaciones en la marcha o en el uso de las manos, hasta problemas en el razonamiento, memoria, comunicación y alimentación. Estas patologías, congénitas o adquiridas durante la vida y de etiología muy diversa, coinciden en que, seguramente, precisen tratamiento rehabilitador como fisioterapia, logopedia, terapia ocupacional o neuropsicología.
La fisioterapia y la terapia ocupacional son dos disciplinas que se encargan principalmente de la rehabilitación motora de los pacientes que han sufrido alguna patología neurológica como ictus, esclerosis múltiple o traumatismo craneoencefálico, entre otras. En este tipo de pacientes, los objetivos que se plantean los profesionales son consensuados con los propios pacientes y familiares y van dirigidos siempre a mejorar su calidad de vida y ser lo más independiente posible. Entre estos objetivos a alcanzar se encuentran: ayudarles a caminar, aumentar el uso de sus manos, o aprender a usar sus sillas de ruedas u otras ayudas técnicas les van a brindar de autonomía en su nueva situación de salud.
Algunos pacientes precisarán tratamiento en algún momento puntual, otros en función de su lesión pueden incluso necesitarlo toda la vida. Siempre se ha basado en técnicas manuales e instrumentales, pero a lo largo de los años han ido apareciendo nuevas herramientas a través del desarrollo de nuevas tecnologías que han abierto un sinfín de posibilidades y variabilidad en el tratamiento con este tipo de pacientes.
Las más conocidas pueden ser el uso de videojuegos, que en los últimos años se ha aplicado tanto en niños como adultos. Esto nos permite potenciar movimientos voluntarios a través del juego aportando un componente lúdico y motivante a la terapia, sin abandonar los objetivos propiamente terapéuticos. Consolas como la Wii o Xbox cada vez ofrecen más dispositivos adaptados y actividades. Por otro lado, la imaginación siempre será un gran aliado para adaptarnos a las necesidades de nuestros pacientes.
El uso de tablets cada vez está más extendido para la rehabilitación del miembro superior y gracias al desarrollo de las pantallas táctiles cada vez registran movimientos más precisos de los dedos. Existen muchas Apps terapéuticas, pero, sin duda, un punto fuerte es que podemos usar muchas aplicaciones que no son terapéuticas para conseguir objetivos. Esto, en el campo de la pediatría, es muy importante, ya que los niños podrán jugar a juegos que le motiven mientras reciben la terapia.
La realidad virtual también se ha convertido poco a poco en un tratamiento complementario de la terapia convencional y cada vez se ha ido usando más en pacientes neurológicos. Este tipo de terapias son enriquecedoras gracias a la capacidad que tienen de generar entornos ficticios, que pueden orientarse para la interacción perceptiva y sensorial de la persona. Esto permite proyectar entornos, actividades o elementos conocidos, de cara a extrapolar la terapia con realidad virtual al día a día del paciente. Esta creación de entornos ficticios permite trabajar elementos cognitivos y motores dentro de forma segura.
Relacionando los dispositivos como medio de trabajo de elementos que pueden verse alterados en nuestros pacientes, nos encontramos también con déficits en el equilibrio y la coordinación. Aunque es algo global y su rehabilitación debe estar incluida en casi todas las actividades que se la planteen, existen dispositivos específicos para esto, plataformas de equilibrio como Movendo Hunova que, a través de movimientos en diferentes ejes, se activarán grupos musculares. Este tipo de plataformas, utilizadas en diversos tipos de pacientes, incluyendo aquellos más afectados que no pueden mantenerse de pie, se pueden usar tanto de pie como sentando. Las plataformas de equilibrio, además de como análisis posturográfico o método de evaluación, nos permite, a la par, llevar a cabo un abordaje rehabilitador con el fin de mejorar los componentes que se ven alterados o afectados.
Otro campo que no deja de sorprender y que cada día ofrece más posibilidades, es el de la robótica, presentando dispositivos más precisos y que se adaptan más al movimiento del ser humano. Su uso se extiende más a la rehabilitación de la marcha con exoesqueletos como el Lokomat. La aplicación de estas herramientas puede parecer algo sencillo al paciente y que de lo único que tienen que preocupar es de disfrutar de la terapia, pero son más complejos de lo que parecen. En este tipo de aparatos, el terapeuta puede ajustar diversos parámetros en función a la actividad que se esté llevando a cabo, pudiendo equiparar la ayuda que realiza la máquina, a la activación voluntaria que preserva el paciente. A través de estos abordajes, los pacientes reciben una ayuda para que se puedan mover más y mejor sin eximirlos del esfuerzo.
La robótica también se extiende al miembro superior para trabajar movimientos gruesos del hombro y el codo hasta los movimientos más finos y analíticos de los dedos. Entre estas herramientas encontramos, por ejemplo, al Glorhea Sinfonía.
De momento, robótica y exoesqueletos solo se suelen aplicar en el ámbito clínico debido al alto coste que suponen, así como al espacio que ocupan y que su uso requiere conocimientos técnicos no sólo del dispositivo, sino también de la anatomía y patología del paciente.
Así que, ¿para qué nos sirve la robótica y las nuevas tecnologías? ¿Todo es tan bonito como lo pintan o tiene, como todo, sus cosas buenas y malas? Resaltando aquellas cosas que "no acaban de convencer" sobre este tipo de dispositivos, el primero a destacar sería el precio. Ni todas las clínicas pueden permitírselos, ni mucho menos, los pacientes pueden hacerse con ellos. Además, como dijimos antes, a pesar de facilitarle el trabajo al terapeuta, detrás de ellos hay un complejo entramado de formación, software, hardware... Otra cosa que no acaba de gustar es el tamaño. Si bien es cierto que los robots de miembro superior son de menor tamaño, los enfocados a la rehabilitación del miembro inferior o la marcha, son demasiado voluminosos. Asimismo, los exoesqueletos como el Lokomat o aquellos menos modernos, dificultan o limitan ciertos grados de movimiento, lo cual dificulta conseguir un patrón completamente fisiológico adaptado también y teniendo en cuenta el patrón de movimiento previo de la persona.
¡Pero las nuevas tecnologías también han traído muchas cosas buenas! Ante todo, novedad, motivación, variabilidad. Ya sabemos que para que se produzca más neuroplasticidad y mayor aprendizaje, hay que conseguir que el paciente esté motivado. Un punto muy positivo a destacar es la capacidad que tienen de poder ser usadas para evaluación y tratamiento, además de contar con softwares que permiten imprimir los datos, analizarlos y llevar a cabo, incluso, análisis estadísticos.
Y cómo olvidar, el "descanso" que le dan al terapeuta. Este tipo de dispositivos facilitan el establecimiento de parámetros como velocidad, anchura de paso, velocidad y otros tantos. Todo esto hace posible que el terapeuta pueda tratar a un mayor número de pacientes sin cansarse tanto a nivel físico. Además, al trabajar con robótica y parámetros concretos, la exactitud y especificidad del movimiento es muy grande, supliendo, por ejemplo, a las exhaustas y forzosas facilitaciones manuales como las realizadas para la marcha de un paciente. Por tanto, la robótica permite un mayor número de repeticiones, durante mayor tiempo, con una especificidad constante, fomentando los tratamientos intensivos.
Pero, a modo de recuerdo y para acabar con este artículo, siempre hay que valorar la usabilidad con cada paciente y tener en cuenta su patología y características ya que, ¡no todo sirve para todos!