Unas 150.000 personas fallecerán cada año en las próximas décadas por la exposición laboral y ambiental al amianto, según los datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud). En España, se calcula que unas 40.000 han muerto ya por esta causa y que, en los próximos años, lo harán 40.000 más. "Estamos pues ante un verdadero genocidio laboral y social que se está dando en medio de un silencio vergonzoso", dicen quienes forman parte de la Asociación de Afectados por el Amianto en Aragón, que se acaba de presentar en Zaragoza.
El amianto o asbestos es un mineral en forma de fibras con un alto grado de resistencia a la combustión, por lo que se emplea en la fabricación de revestimientos y tejidos resistentes al fuego y al calor. Su uso se extendió con la revolución industrial, gracias a que es altamente resistente al calor, a la fricción y a los productos químicos. Además de tener un coste reducido y ser de fácil manipulación, es prácticamente indestructible.
Sus fibras se descomponen con facilidad, hasta quedar en fibras microscópicas muy reducidas. Si quedan unidas no conlleva ningún riesgo para la salud, pero si se rompen o se cortan, se liberan y al inhalarse quedan en los pulmones u otras partes del cuerpo, provocando graves patologías. Por tanto, la peligrosidad del amianto depende en gran parte del estado de conservación de los materiales y de si éstos se manipulan o no.
España fue el país que más amianto importó de Europa, sobre todo, en los años 70 y 80. A pesar del conocimiento científico y general de la elevada peligrosidad del asbesto, miles y miles de trabajadores estuvieron expuestos, lo que ha generado graves patologías, en muchos casos, mortales. El 1 de enero de 2005 se prohibió definitivamente la utilización industrial del amianto en toda la Unión Europea. Pero su uso intensivo durante tantos años y el hecho de que todavía es legal su producción en 150 países de todo el mundo, conlleva que sea una sustancia que aún hoy está en nuestras casas, escuelas, hospitales y centros de trabajo, "lo que nos debe alertar del trabajo de información y concienciación que las asociaciones debemos de realizar".
Ahora, afectados y familiares se han unido en Aragón en la Asociación A4. Desde esta entidad podrán prestar apoyo social y psicológico, la asistencia y asesoramiento a las víctimas del amianto, así como la defensa y promoción de los intereses de las personas afectadas. Entre sus objetivos:
- Hacer visible el desamparo sufrido como víctimas afectadas por la presencia y manipulación de amianto.
- Aplicación del protocolo de vigilancia de la salud de trabajadores expuestos a amianto.
- Elaborar un mapa y controlar la inscripción de empresas en el Registro de Amianto.
- Coordinar con Salud Aragón la aplicación del protocolo de vigilancia sanitaria específica post-ocupacional de trabajadores jubilados que han estado expuestos a amianto.
- Crear un protocolo de actuación ante la detección de nuevos casos de enfermedades asociadas a la exposición laboral a amianto.
- Activación de los coeficientes reductores a la edad de jubilación, según el Real Decreto 1698/2011.
- Reclamar fondos públicos para la investigación de la enfermedad y posibles medidas de mejora o cura.
- Establecer medios de lucha y defensa de afectados y sus familias.
- Acabar con el silencio de las Administraciones Públicas sobre las muertes causadas por el amianto.
Las patologías más frecuentas asociadas al amianto son:
- Asbestosis, fibrosis pulmonar.
- Cáncer de pulmón. Causante principal de las muertes por exposición.
- Mesotelioma maligno. Un grave tumor, principalmente de la pleura o el peritoneo, cuenta con una altísima mortandad.
- Cáncer de laringe. Inicialmente no fue reconocido en España como derivado de la exposición al amianto.
- Otras patologías también han sido estudiadas por su relación con la exposición al asbesto. Entre ellas, el cáncer de lengua, el de riñón o el de esófago e incluso el cáncer de ovarios o el de mama. Dichas enfermedades tienen un periodo de latencia muy largo sin manifestarse, como norma general, entre 20 y 50 años.
Fotografía: Tneil Abt (Unsplash)