La irrupción de la pandemia en marzo de 2020 hizo que el colectivo de profesionales de la Epidemiología, desconocido hasta entonces entre la población general, cobrara especial protagonismo por el papel que desempeñan en el estudio y la lucha frente al virus. Su popularidad se ha disparado en los últimos dos años, y aunque en estos momentos se les asocia principalmente con la covid-19, lo cierto es que la Epidemiología abarca muchas otras áreas y disciplinas y está compuesta por una gran variedad de perfiles.
La vigilancia en Salud Pública es la herramienta más útil para prevenir pandemias y hacer frente a nuevas amenazas, aunque para que sea eficaz en un futuro requiere de cambios profundos y estructurales. Esa es la conclusión a la que se llegó en la VIII Jornada sobre Vigilancia en Salud Pública organizada por el Grupo de Vigilancia de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE).
Durante este encuentro, celebrado ayer en Madrid, una de las mesas abordó la situación actual de la vigilancia de la salud pública en España, que los expertos identifican como una actividad nuclear del Sistema Nacional de Salud. Asimismo, han coincidido en que es necesario desarrollar una nueva estructura organizativa en donde se integren todas las actividades relacionadas con la vigilancia y el control de las enfermedades que afectan a la población. Aunque durante los últimos dos años la vigilancia epidemiológica se ha centrado en la covid-19, pero existen muchos otros problemas de salud que requieren un seguimiento exhaustivo.
Por este motivo, conviene reforzar la vigilancia en salud pública para guiar la toma de decisiones mediante una mayor dotación de recursos económicos y el redimensionamiento de las plantillas, incorporando nuevos perfiles profesionales y desarrollando la carrera profesional. Es necesario hacer frente a desafíos como consolidar el modelo de gobernanza integrado de asistencia sanitaria y salud pública y continuar apostando por la transición digital y la captación automatizada de datos.
Lecciones aprendidas de la covid-19
Otra de las mesas se dedicó a repasar las lecciones aprendidas sobre la vigilancia de la covid-19 y los caminos que se han abierto a raíz del estallido de la pandemia. En este sentido, los expertos han observado que la protección que otorgan las vacunas frente a la enfermedad leve disminuye con el tiempo, pero la protección frente a la enfermedad grave se mantiene. Además, recuerdan que con cada vacunación el título de anticuerpos es mayor y el pico de anticuerpos neutralizantes se alcanza antes. También creen que el escenario más probable es que mientras en los sueros de los vacunados haya títulos de anticuerpos neutralizantes que reconozcan una nueva variante podrá haber una amplia circulación del virus, pero no un aumento de las hospitalizaciones ni de los fallecimientos.
Los expertos señalaron que España tiene la capacidad computacional de comparar genéticamente millones de muestras y de compartirlas para convertir similitudes genéticas en patrones de transmisión y variantes locales. El Consorcio SeqCOVID ha dado fe de ello, permitiendo la retroalimentación entre servicios locales, autonómicos y nacionales, así como alianzas con grupos de investigación para análisis complejos. Por este motivo, la genómica se perfila como una herramienta de alta resolución con la que entender los patógenos y que se puede utilizar en tiempo real para el control epidemiológico. Ya se ha hecho con la covid-19 y, por tanto, se puede aplicar al estudio de otras enfermedades.
En el caso de la covid-19, así como de otras infecciones respiratorias agudas, resultan fundamentales las redes centinela. Es el ejemplo de VIGIRA, en Castilla y León, entre cuyos principios se incluye crear una base de datos abierta a todos los investigadores y mantener la calidad, la exhaustividad de la notificación y la especificidad en la vigilancia.
También se puso como ejemplo el Sistema de Vigilancia de Infección Respiratoria Aguda (SIVIRA), gracias al cual muchas comunidades autónomas contaban con experiencia previa en la vigilancia centinela de la gripe y ya existía una cierta automatización e integración de datos y sistemas. La transición ahora, desde una vigilancia exhaustiva de la Covid-19, debe ser hacia un sistema representativo, integrado con otros patógenos respiratorios, que permita una cobertura suficiente, sea estable a largo plazo, sostenible y eficiente.
La jornada de la SEE fue inaugurada por Pilar Aparicio Azcárraga, directora general de Salud Pública del Ministerio de Sanidad; Elena Andradas Aragonés, directora general de Salud Pública de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid; Marina Pollán Santamaría, directora del Centro Nacional de Epidemiología, y Elena Vanessa Martínez Sánchez, presidenta de la Sociedad Española de Epidemiología.
En ella se realizó un homenaje a la Ponencia de Vigilancia Epidemiológica del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud, que este año cumple 30 años.
Muchos perfiles, un único objetivo
Para dar a conocer los variados perfiles profesionales de la Epidemiología, el Grupo de Trabajo de Formación de la SEE ha puesto en marcha la campaña "Muchos perfiles, un único objetivo", en la que a través de diferentes vídeos, miembros de la sociedad científica explican a cámara qué estudios tienen, los temas sobre los que están trabajando y dónde desarrollan su labor.
La campaña persigue el objetivo de mostrar que la Sociedad Española de Epidemiología está compuesta por muchos perfiles y una única meta: contribuir a mejorar la vida de las personas mediante la prevención de la enfermedad, dando respuestas válidas a los problemas de salud de la población e influyendo en el desarrollo de las políticas y el cambio social.
Desde la SEE, recuerdan que la formación básica de las personas que la integran va desde la medicina, la biología o la bioestadística hasta la enfermería, pasando por economía, estadística, farmacia, psicología, medicina, química, sociología e incluso veterinaria, entre otras.
Para llegar a trabajar en Epidemiología no existe un único camino. Una de las vías es cursar la especialidad en Medicina Preventiva y Salud Pública. En las otras titulaciones, la vía es la de cursar un máster en Epidemiología o en Salud Pública.
Esta gran diversidad formativa les permite investigar campos muy dispares, siempre relacionados con la Salud Pública, como la incidencia de la covid-19 y su impacto sobre la salud mental del personal sanitario, los factores de riesgo del cáncer de páncreas, la epidemiología de los trastornos adictivos, la sostenibilidad nutricional, la salud musculoesquelética, los factores de riesgo de las alergias alimentarias, las desigualdades en el acceso al ejercicio físico, la comunicación científica en salud o el impacto de los programas de screening.
Además de investigar, quienes se dedican a esta disciplina abarcan una gran variedad de áreas de interés como la vigilancia en salud pública, los sistemas de información o la planificación sanitaria que, en general, cubren todos los ámbitos propios de la Salud Pública y se extienden también a la colaboración interdisciplinaria con otros profesionales.