La cardiología intervencionista es una de las especialidades que más ha evolucionado en los últimos años, se estima que en una década casi todas las intervenciones de corazón ya podrán hacerse de forma percutánea sin someter al paciente a cirugía. Así se ha puesto de manifiesto en la XXV Reunión de la Sección de Hemodinámica y Cardiología Intervencionista de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) que se celebra en Córdoba.
La cardiología intervencionista se basa en la realización de intervenciones que, a diferencia de la cirugía convencional, más agresiva e invasiva, permiten llevar a cabo procedimientos a través de catéteres y sin necesidad de operar a corazón abierto. “La evolución de las técnicas intervencionistas han supuesto un antes y un después en el tratamiento de la enfermedad cardiovascular”, según el Dr. Ramiro Trillo, presidente de la Sección de Hemodinámica y Cardiología Intervencionista de la SEC. “Tanto es así que el intervencionismo ya es capaz de dar respuesta a casi cualquier patología relacionada con el sistema cardiovascular”.
Estos métodos han permitido tratar de forma percutánea un gran número de intervenciones eficazmente y sin agresividad para el paciente como con el caso de la cirugía. Con estas técnicas se reduce drásticamente tanto la estancia hospitalaria del paciente como el tiempo en el que este puede reincorporarse a su actividad habitual. Prácticamente la mitad de los procedimientos pueden hacerse con ingresos más cortos y en ocasiones incluso sin necesidad de ingreso del paciente.
En nuestro país ya existen 333 cardiólogos intervencionistas. Aunque es una cifra elevada, no se ha modificado en los últimos años y durante la crisis económica, incluso se ha reducido, por lo que los expertos advierten que profundizar en los recortes puede repercutir en la calidad de la asistencia prestada por el Sistema Nacional de Salud.
Las políticas de prevención cardiovascular y los avances en el tratamiento de estas enfermedades, entre los que tienen un papel destacado las técnicas intervencionistas, han contribuido a la reducción de la mortalidad por enfermedad del corazón en hasta cuatro puntos. Aún así, las enfermedades cardiovasculares (infarto, ictus, insuficiencia cardiaca, enfermedades hipertensivas,…) siguen situándose como la primera causa de defunción, siendo las responsables del 30,3% del total de fallecimientos que se producen en España, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), que hacen referencia al año 2012.
“Está demostrado que la correcta implantación de estas técnicas en complicaciones tan importantes como por ejemplo, el infarto, mejora enormemente la supervivencia del paciente, pero en España todavía se están estableciendo de forma lenta y desigual, por lo que es necesaria una buena organización sanitaria y la correcta dotación de recursos para que todos los pacientes tengan acceso”, afirma el doctor Trillo.
En el ámbito internacional, España es uno de los países con menor mortalidad por enfermedad cardiovascular. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, mientras la mortalidad cardiovascular por cada 100.000 habitantes en España es de 204,9 en Alemania es de 310,2 y en Estados Unidos de 261,2. Por tipo de patología, son los accidentes cerebrovasculares (ictus) los que provocan más fallecimientos (5.915); seguidos por la insuficiencia cardiaca (3.875) y por el infarto agudo de miocardio (3.578).
Stent, un gran avance
Un stent es un pequeño dispositivo en forma de muelle que se coloca a través de un catéter en una arteria que permite la correcta circulación de la sangre cuando el paciente padece ateroesclerosis (acúmulo de lípidos o grasas y células inflamatorias en las paredes de las arterias junto con producción de colágeno en las mismas). La ateroesclerosis es muy prevalente en nuestro país y produce estrechamientos que impiden que la sangre fluya dentro de las arterias. En el caso del corazón, puede causar angina de pecho o infarto de miocardio.
“Existen fármacos muy eficaces para evitar la progresión de estos estrechamientos, pero a veces no es suficiente o estos fármacos se dan tardíamente, y es necesario resolver el problema mecánicamente, es decir, realizando alguna técnica que devuelva el interior del vaso a su tamaño normal y permita así que llegue la suficiente cantidad de sangre al músculo cardiaco para que realice de forma adecuada su función, es el caso del stent. Normalmente la implantación del stent va acompañada de la administración de fármacos antiagregantes que ayudan a que la sangre no se coagule sobre el stent implantado”, según el Dr. José Ramón Rumoroso, vocal de la Sección de Hemodinámica y Cardiología Intervencionista de la SEC.
“La introducción del stent en la práctica cardiológica diaria ha supuesto un gran avance en el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares, especialmente en el infarto agudo de miocardio, ya que su capacidad para mantener la arteria abierta vuelve a permitir la correcta circulación de la sangre reduciendo el tamaño del infarto. Esto ha permitido reducir la mortalidad por infarto un 50% en los últimos años”, afirma el Dr. Rumoroso. “Cada año se colocan una media de 55.000 nuevos stents en nuestro país”, apunta.
Existen tres grandes grupos de stents:
Vídeo que muestra cómo se introduce un stent.
Categoría
Técnicas Quirúrgicas
Fuente
apple tree comunications
Etiquetas
cardiología, hemodinámica, stent,
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