11 de febrero. Este día se ha convertido, desde hace nueve años, en una jornada dedicada a dar visibilidad y romper estereotipos en torno a las mujeres que dedican su vida profesional a la carrera científica o trabajan en ámbitos ligados a las Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas (STEM, siglas en inglés). Es el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia que, este año 2025, ha puesto el foco en la salud mental y en los desafíos que tienen vinculados a la desigualdad de género, la discriminación y la conciliación familiar.
Desde la Iniciativa 11 de Febrero apuntan varios estudios que señalan que las investigadoras "tienen más probabilidades de experimentar ansiedad, depresión y otros trastornos mentales en comparación con sus colegas masculinos. Esto está relacionado con mayores demandas sociales y laborales, así como con la subrepresentación en campos científicos, debido al conocido techo de cristal".
En este sentido, mencionan la presión constante, la competitividad, la falta de recursos o el desequilibrio entre la vida laboral y personal, como algunas de las realidades que afectan a quienes dedican su vida a la investigación y la ciencia. Asimismo, hacen referencia al conocido como síndrome del impostor, más común en mujeres por la falta de referentes en puestos de responsabilidad.
Todo ello se recoge en un informe que han publicado en su web, "Ciencia, Científicas y Salud Mental"
Dar visibilidad a las mujeres en el ámbito científico se ha convertido en una prioridad para que las niñas de hoy puedan ser las científicas de mañana sin que nadie les diga que los estudios STEM no son para ellas.
Actualmente, en España, las mujeres representan el 42% del personal investigador, aunque este porcentaje fluctúa en función del área de conocimiento o sector en el que se empleen. Sin embargo, según recogen desde Science Media Center (SMC), diversos estudios han observado la escasa presencia de científicas tanto en medios tradicionales como digitales, y han señalado también que la imagen que se proyecta es sesgada y estereotipada.
Esta menor visibilidad mediática puede afectar a la imagen social de las propias científicas, dado el potencial de los medios para crear y transformar la opinión pública.
De las fuentes que participaron en el SMC, el 37,66% fueron mujeres y el 62,34% hombres. "Estas proporciones son similares a las del total de fuentes del SMC desde 2022", apuntan en el trabajo que han llevado a cabo.
Respecto a sus motivaciones para hablar con los medios, ellas aluden más a la responsabilidad social y menos a intereses individuales. Así, creen que es parte de su trabajo el 91,67% de las científicas frente al 75,47% de los científicos; quieren mejorar la cobertura del tema el 75% de ellas frente al 52,83% de ellos; y creen que tendrá un beneficio para su carrera el 5,56% de mujeres frente al 18,87% de hombres.
En cuanto a las barreras para intervenir en los medios, hay una gran diferencia en la proporción de mujeres y hombres que aducen falta de tiempo por cuestiones de conciliación: 22,95% de las científicas y 10% de los científicos. La falta de tiempo por carga de trabajo es la principal razón para los dos géneros (62,30% mujeres, 63,33% hombres). La proporción de quienes rechazan participar porque no se consideran expertas en el tema propuesto es solo algo mayor entre las mujeres (6,56%) que entre los hombres (5,56%).
El informe Participación de las científicas como fuentes expertas en los medios: motivaciones y obstáculos, ha sido publicado por la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, FECYT, y realizado por el Science Media Centre España (SMC) con el grupo de investigación Gureiker, de la Universidad del País Vasco.
Desde la Sociedad Española de Epidemiología (SEE) se recuerda que la inclusión de las mujeres en las disciplinas científicas "contribuye a generar una mayor diversidad y equidad en la investigación, al avance de la ciencia y, por lo tanto, a la mejora de la salud de las comunidades".
El Grupo de Trabajo sobre Género, Diversidad afectivo-sexual y Salud de la SEE considera que integrar la perspectiva de género en la investigación es "un imperativo ético" que permite abordar mejor los problemas de salud, beneficiando al conjunto de la sociedad.
De acuerdo con la sociedad científica, promover una ciencia feminista e inclusiva tiene implicaciones positivas para la salud pública y para la epidemiología, ya que transforma el modo en el que se investigan, comprenden, explican y abordan los problemas de salud global.
Imagen realizada por la ilustradora Miriam Rivera para la Iniciativa 11F
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